Impulsar una reforma fiscal progresiva se ha vuelto el elefante en la habitación para la izquierda en México. El temor de molestar a la clase media y alta y provocar su rechazo electoral marcó el sexenio de Andrés Manuel López Obrador y se ha colado en el programa económico propuesto por Claudia Sheinbaum, candidata presidencial del oficialismo. En su proyecto de Gobierno, la abanderada de Morena se ha planteado una meta de crecimiento de la economía del 3% anual a través de medidas que eluden la necesaria reforma para que paguen más impuestos quienes más tienen. Combatir evasión fiscal; recurrir a la deuda para invertir en infraestructura; reducir la estructura del Estado; fomentar el nearshoring; fiscalizar a los grandes contribuyentes; ahorrar en el gasto administrativo y simplificar trámites burocráticos son las propuestas de su plan económico. La reforma tributaria resalta por su ausencia. Adicionalmente, la candidata ha retomado otra de las prioridades de López Obrador: el fortalecimiento financiero de Petróleos Mexicanos (Pemex) mediante la inyección de inmensos recursos públicos.
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