El evento anual, que dura una semana y está repleto de reuniones cuidadosamente coreografiadas sin margen para la sorpresa, ha subrayado cómo la política china se ha vuelto aún más calculada para refrendar a Xi.
La agenda del lunes no incluyó la habitual conferencia de prensa de cierre del primer ministro, que en el pasado era responsable de asuntos económicos como número dos del partido. Era la única ocasión del año en la que los periodistas podían hacer preguntas directas a un líder de alto nivel.
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